OAXACA DE JUÁREZ: LA CAPITAL DE LOS COLORES
Creo que nunca antes había hablado por aquí de mi obsesión con el bordado. Empecé a bordar hace como 5 ó 6 años buscando algo que hiciera espectacularmente mal. Soy una persona muy perfeccionista y necesitaba encontrar algo que me encantara hacer pero que no fuera buena haciéndolo, algo que hiciera solo por el placer de hacerlo, no buscando hacerlo bien, y así fue como llegué al bordado que se convirtió en mucho más que un pasatiempo, se convirtió en terapia.
Por aquí me invitaron a escribir sobre eso por si quieren profundizar ese tema.
El hecho es que en la cuarentena del COVID empecé a bordar mis fotos en papel y me enamoré aún más del bordado, y desde ese momento pensé en la posibilidad de irme a algún lado a hacer una residencia de arte enfocada en bordado, y como soy una de las personas más «mexicofílicas» que conozco, naturalmente mi primera inclinación fue irme de nuevo a este país que amo con locura. Me puse a investigar y fue muy claro que el lugar era Oaxaca.
Después de mucho dar vueltas tomé la decisión a principio de este año de irme 5 semanas (3 de residencia y 2 adicionales) para Oaxaca de Juárez, la capital del estado de Oaxaca a hacer una residencia de bordado mexicano.