META, COLOMBIA: LAS AGUAS PRÍSTINAS QUE CONSERVÓ UN CONFLICTO

Hace un año hice un paseo de esos que le cambian la vida a uno cuando fui a visitar las selvas del Vaupés y las orillas del río Apaporis en las profundidades del Amazonía colombiana. De ese viaje, entre muchas cosas maravillosas que dejó, me quedó un grupo de viajeros amigos con los que quiero seguir viajando SIEMPRE, y creo que a todos nos pasó lo mismo, por eso decidimos seguir compartiendo juntos viajes que tengan que ver con naturaleza y sobre todo con explorar los lugares tan lindos que tiene Colombia.
Con este grupo entonces planeamos el viaje que les vengo a compartir hoy: una visita al departamento del Meta en los llanos orientales colombianos, específicamente a los municipios de Mesetas y La Uribe, dos de los más azotados por el conflicto colombiano entre la guerrilla de las FARC, el ejército y los paramilitares.

El punto de partida para el viaje es Villavicencio, nosotros habíamos comprado tiquetes hace mucho por Viva air pero como todos sabemos, cerraron sus operaciones sin previo aviso justo 5 días antes de irnos por lo que cambiamos el viaje y llegamos a Bogotá y nos fuimos por tierra 3 horas hasta Villavicencio.
En el camino paramos a comprar delicias en un lugar que quiero recomendar mucho, en Chipaque, en toda la plaza del pueblo queda Mustapán, lleno de comidas tradicionales y sobre todo una panadería MUY rica: arepas de chócolo rellenas, empanadas, torta de cuajada, amasijos como arepas de sagú, roscas de arroz, envueltos de maíz, todo delicioso y de todo nos llevamos de fiambre que nos supo a gloria después de las actividades que hicimos en el llano. Así que si van desde Bogotá por tierra para Villavicencio, parada obligada en Chipaque para probar todo lo de Mustapán y llevar sus delicias.

La llegada fue a Villavicencio para almorzar rápidamente y encontrarnos con los chicos de Turem que es la agencia comunitaria operada desde Mesetas, Meta con la que organizamos todos los paseos y que los recomiendo a ojos cerrados porque estuvieron muy pendientes y nos pareció que todo estuvo muy bien organizado.

Ellos nos organizaron el transporte desde Villavicencio hasta Mesetas (otras 3 horas más o menos) y la estadía en el hotel El Botalón del abuelo que es un hotel/finca con desayunos ricos y la atención de Diana y Uriel que es excelente.
Al llegar al hotel oíamos como a personas gritando y cuando pregunté resultaron ser las «ranas vaquero» unas ranitas que suenan como los vaqueros moviendo el ganado y que les quiero compartir porque me pareció un sonido hermoso. Sobra decir que el resto del viaje solo gritábamos «OE OE OE» cada 5 minutos. Pónganle volumen a este video para que las oigan:

Al día siguiente nos levantamos bien temprano para salir 1 hora en el carro 4×4 de la agencia con rumbo a la caminada del Salto de Santo Domingo.
Paramos en el caserío de Buenos Aires para desayunar y seguimos nuestro camino.

Inicialmente nuestro tour con Turem tenía otras actividades programadas pero pedimos hacer cosas que fueran menos turísticas y que podían requerir de un esfuerzo físico adicional, y ellos nos escucharon y se lo tomaron a pecho porque la caminada que hicimos ¡fue tremenda! 20 kms en total, bajando una montaña, volver a subir y volver a bajar, todo en medio del piedemonte llanero, justo en la frontera del parque natural nacional de La Macarena.

A medio camino llegamos a la escuela rural abandonada de la vereda La Cascada en donde Adriana nuestra guía nos dio un aborrajado delicioso para coger energías.
Aquí tengo que hacer un aparte para hablar de las personas del llano y de los guías de Turem.
La naturaleza es preciosa, estar con los amigos espectacular, pero tengo que decir que las personas fueron el gran tesoro de este viaje. Sobre todo para las personas que vivimos en medio del privilegio más absoluto y que desde las ciudades solo percibimos ecos del conflicto que azotó a nuestro país y particularmente el campo durante tantos años, tener la experiencia de conversar con las personas que lo vivieron en primera persona, oír sus historias, duras y felices, debería ser obligatorio.

Hay algo de sanación en una persona que puede compartir sus historias, siempre he creído que contar es una especie de terapia, y además es una forma, muy pequeña, pero una forma, de honrar y reconocer ese pasado tan duro que hemos tenido que atravesar como país y como sociedad.
Si van de visita, pregunten, conversen con los guías, todos son muy especiales y se sienten orgullosos de estar compartiendo todos estos tesoros naturales que durante tanto tiempo estuvieron vetados para todos, inclusive para ellos por una pared de violencia e injusticia social.

Y sobre todo, contraten agencias locales que trabajen responsablemente y comunitariamente por hacer un turismo en el que la plata se quede en el territorio. Todo con Turem era operado por locales: el transporte, el hotel, las comidas, los refrigerios, todo, y por eso se los recomiendo.

Después de un merecido descanso en la escuela, seguimos nuestro camino hacia la cascada, una bajada muy empinada (y dura para las rodillas cuarentonas) que nos llevó a una casa campesina en donde nos iban a dar el almuerzo de sancocho de gallina a la devuelta. Después de caminar unos 20 minutos más por entre bosque y cultivos de cacao llegamos por fin al Salto de Santo Domingo y tengo que decir que valió totalmente la pena, estábamos eufóricos, nos metimos al agua helada y nos sentamos a recibir el solecito en las lozas naturales de piedra. Estábamos solos, como nos gusta viajar y que cada vez es más un lujo.

Volvimos sobre nuestros pasos después de estar 2 horas disfrutando de la cascada, nos comimos nuestro sancocho y emprendimos el camino de vuelta en medio de un aguacero torrencial. Algo que hace la agencia que fue una salvación es que llevan dos caballos para irse turnando los que se van cansando, y fue espectacular en medio de esa subida ver a Giovanny con sus caballitos para que pudiéramos descansar por tramos cortos.

Llegamos al hotel a las 8 de la noche exhaustos pero felices.

Después de un sueñito reparador nos levantamos a desayunar en el hotel y a las 8:30 salimos de nuevo hacia el rafting en el Cañón del río Güejar como a 40 minutos del casco urbano de Mesetas.
Sonn balsas para 6 personas, cada una con un guía que en nuestro caso fue Stiven y que hizo que nos sintiéramos muy seguros y que la conversación en el paseo fuera fantástica.

El rafting son 17 kms río abajo, yo nunca había hecho rafting pero Stiven nos dijo que en dificultad este es un 3 de 5 y me pareció relativamente fácil, creo que es un paseo que se puede hacer con niños pero no chiquitos, yo diría que como de 10 años en adelante, pero los de Turem deben de saber mejor que yo.
El recorrido se demora unas 4-5 horas en las que paramos a ver cascadas, a comer dos refrigerios, a bañarnos en el río y en el que nuevamente la conversación con los guías fue valiosísima.

El río tiene un color espectacular y está franqueado por paredes de piedra que parecen tepuyes, también hace parte de la frontera del parque nacional natural de La Macarena.
Nosotros fuimos a principios de marzo pero creo que recomendaría mejor ir en enero o febrero porque es más seco y hay más sol. A nosotros en general nos tocaron días lluviosos y fríos que se siente sobre todo cuando uno pasa ¡el 60% del tiempo mojado! pero también puede ser que el calor en la época más seca sea complicado. Yo personalmente quiero volver a finales de enero o principios de febrero.

Después de hacer el recorrido, llegamos a un lugar en donde nos estaba esperando un almuerzo delicioso de cachama frita con patacón y nos fuimos al hotel a descansar y a tomarnos unos vinitos (que los deben comprar en Villavicencio para llevar y en el hotel hay neveras para guardar).

El día siguiente iba a ser intenso pero también inolvidable.
De nuevo salimos muy temprano (6:45 am) en un viaje por carretera que es el más pesado de todos, 2:30 por carretera sin pavimentar para llegar al municipio de Uribe, Meta. La camioneta tiene 4 cupos adelante pero como nosotros éramos 8, nos fuimos 4 atrás en el volco sin vidrios y llegamos empolvados hasta el tuétano y con dolor en las nalgas de brincar.

El destino es el cañón del río Guape, un río que corre por entre paredes rocosas que por puntos están separadas apenas por 2 metros. Como es tan estrecho no se puede hacer rafting sino tubing con los flotadores en forma de dona.
Llegamos a un potrero en donde los guias de Umaragua, la agencia local de La Uribe con la que Turem contrata este tour, nos hicieron la inducción a cómo actuar en caso de caernos a un rápido o chocarnos con una de las paredes.
Después de tener todo claro, ponernos nuestros chalecos y nuestros cascos, iniciamos el camino de descenso hasta el cañón cargando cada uno nuestro flotador, son más o menos 15 minutos bajando hasta llegar al lecho del río. Una vez ahí uno se monta y se va dejando llevar por la corriente, que a veces es muy lenta y otras veces puede ser muy rápida, este paseo no lo recomiendo para los niños porque uno se golpea cuando se cae (quedamos llenos de moretones) y hay que saber nadar bien.
Pero fue personalmente mi paseo favorito de todo el viaje. Flotar en el río y ver esas paredes de piedra y los guácharos gritando y volando de lado a lado es ¡absolutamente espectacular!, también hay parada para bañarse y para refrigerio de envuelto de arroz con cafecito caliente que es muy bienvenido porque como no entra casi sol al cañón, hace frío.

El recorrido dura como 2 horas y me dio mucha tristeza que se terminara. La llegada es a almorzar para luego cambiarse y ponerse ropa seca para volver las 2:30 de carretera sin pavimentar hacia Mesetas.

Esa misma tarde salimos de vuelta para Villavicenio (por eso dije que fue un día intenso) porque al día siguiente teníamos preparado un tour gastronómico de Villavo y sus alrededores.
En nuestro grupo tenemos la ventaja de viajar con dos chefs maravillosas, de dos restaurantes muy buenos de Medellín (Carmen y Oci.) y por eso el último día lo dedicamos a comer y a disfrutar de las delicias llaneras, ellas investigando, los demás entregados a los excesos de la saciedad y el disfrute de la comida típica.

Y para hacer ese tour gatronómico tuvimos la fortuna de caer en las manos de Yul el cocinero llanero, una persona que desborda generosidad y conocimiento de su tierra y de las delicias que tiene para ofrecernos a todos. Con él estaremos eternamente agradecidos por tomarse el tiempo de llevarnos a conocer tantas cosas que llenaron y superaron las expectativas de la variedad y exquisitez de los platos llaneros.

Empezamos el día en el mercado de Acacías, Meta comiendo caldo y arepas.

Seguimos nuestro camino y fuimos a probar varios cafés y postres deliciosos en Pepas & granos, un café muy lindo y con personas espectaculares en Acacías.

Seguimos nuestro recorrido hacia La Talanquera en el municipio de Guamal en donde probamos varias cosas deliciosas: el plato Cimarrón hecho por Yul que tiene mamona, croquetas de yuca con salsa de cuajada, aguacate y fosforitos de plátano, también probamos los mejores chorizos de la vida que no los venden en el lugar pero que son uno de los orgullos del municipio y que Amparo nuestra anfitriona de La Talanquera fue muy generosa de conseguir para nosotros.

De ahí nos fuimos a ver el proceso del queso llanero por excelencia: el queso Sietecueros en Lácteos La Catira en Cumaral, una empresa familiar que ha tecnificado un poco el proceso artesanal para poder ser competitiva, y que es orgullosamente lechera en una zona que es conocida por su empresa de carnes. El proceso del queso es precioso y el resultado es exquisito, salimos todos con caja no solo de queso Sietecueros sino también con el queso de asar que es de campeonato.

Nuestra siguiente parada fue también en Cumaral, el municipio que es la capital de la mamona (la ternera asada tradicional de los llanos orientales colombianos) esta vez en Asadero Las Vegas que tiene una carne ¡absolutamente deliciosa! y que recomiendo ir a probar porque otras mamonas que nos comimos no le llegan ni a los tobillos.

Terminamos el recorrido completamente llenos de comida deliciosa viendo cómo se hacen los Tungos que son envueltos de arroz y probando la piña Mayanés que es blanca pero muy dulce y deliciosa.

Después de una siesta y un poco de descanso, fuimos a conocer Salma, el restaurante de Yul nuestro anfitrión llanero.
Un lugar muy lindo y que explora platos que son hechos totalmente con ingredientes y técnicas llaneras y que vale muchísimo la pena conocer, fuimos muy afortunados de poder compartir con él no solo todo el día sino también una comida deliciosa en la que en cada plato y su explicación se veía lo mucho que quiere a su tierra y que trabaja con pasión para que todos vayamos a conocerla.
Así que si van a Villavicencio es imperdible darse una pasada por este lugar y probar las delicias de Yul.

Con esto terminamos este viaje, fue una experiencia hermosísima que recomiendo para cualquiera que esté en Colombia, no es un viaje tan caro y que además tiene un impacto social importante en municipios que están reconstruyéndose después de décadas y décadas de violencia de parte de todos los actores de nuestro conflicto.

Les dejo por aquí la lista de cosas para empacar:´

  • Zapatos de agua que no sean chanclas o crocs, zapatos que no se salgan fácil porque los pueden perder en el rafting o en el tubing, yo me llevé mis tennis de Tropicfeel que los amo con locura.
  • Pantalones y camisas de secado rápido, 1 para cada día.
  • Ropa seca de cambio para cada día.
  • Toalla de secado rápido, yo como siempre recomiendo mi Bubel.
  • Termo de agua.
  • Drybags o bolsas secas para meter celulares y otras cosas que no se puedan mojar, para el tubing no llevé mi cámara porque uno se moja completamente y por eso la calidad de las fotos es de celular.
  • Poncho para lluvia si van a hacer la caminada al Salto de Santo Domingo.
  • Botas de hiking para la caminada del Salto de Santo Domingo.
  • Gafas oscuras, ojalá con tirita para asegurarlas para que no las vayan a perder en el rafting o en el tubing.
  • Chanclas o sandalias para ponerse cuando se pongan la ropa seca.
  • Un saco o algo abrigado pero delgado para ponerse después de mojarse porque sobre todo en las épocas más lluviosas puede hacer frío.
  • Snacks o comidas especiales porque la comida es toda campesina.
  • Sombrero o gorra (mejor gorra o sombrero con cinta que lo asegure para el rafting y el tubing).
  • Bolsas de plástico para empacar la ropa mojada que muchas veces no se alcanza a secar.
  • Botiquín con medicamentos esenciales.

¡Y eso es todo! espero que les haya servido toda la información y que se animen a visitar estos lugares tan hermosos de Colombia ahora que por fin tenemos acceso a ellos gracias al proceso de paz. Y si van, que me cuenten cómo les pareció y si debo actualizar algo de esta publicación.

¡Buen viaje!

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