CABO DE GATA PARTE 1: EL DESIERTO, LAS ROCAS Y EL MEDITERRÁNEO TURQUESA

Ya estando en Marruecos, era imposible no visitar a mi hermano que vive en España. Como les contaba en la publicación anterior, los vuelos largos son de mis situaciones menos favoritas del mundo así que cuando vuelo por más de 6 horas aprovecho para quedarme un tiempo largo y que valga la pena.

Como mi hermano lleva mucho tiempo viviendo en Barcelona, siempre es la base para los viajes al otro lado del Atlántico, y el calor en verano ¡es DURO! así que decidimos escaparnos una semana a un lugar que superó todas mis expectativas.

El parque natural de Cabo de Gata queda en la comunidad autónoma de Andalucía al sur de la península ibérica, en la provincia de Almería más o menos a media hora en carro de la ciudad de Almería que es el aeropuerto al que nosotros llegamos.
El parque tiene 38.000 hectáreas protegidas y 50 Kms de costa.
Dentro del parque hay varios pueblos y ciudades pequeñas, pero toda la parte de naturaleza está muy bien conservada gracias al esfuerzo de iniciativas como la Asociación de amigos del Cabo de Gata que velan porque se cumplan las normas que protegen este ecosistema tan especial.
Lo que lo hace especial es que es una especie de desierto de origen volcánico, lleno de playas de todo tipo: de piedras gruesas, de piedras delgadas, con muchas olas, sin olas, de arena, etc… Todas sobre un Mediterráneo azul turquesa y muy transparente que en los meses del verano es una delicia para bañarse y una mayor delicia para mirarlo.

Este viaje no es para los que les gusta el bullicio o la fiesta, como es un parque natural, en las playas no hay nada, no te venden una cerveza, no hay baños, solo naturaleza y lo que cada uno lleve (fundamental una sombrilla porque como en casi todas las playas de Europa, no hay ni un solo árbol que haga sombra). Es un viaje que para mí es como ir al paraíso porque el plan es: comer delicioso, tomarse unos vinitos, cervezas o tintos de verano (mi favorito), y acostarse en la playa a leer, conversar o mirar el mar y tomar el sol. Mi definición de las VERDADERAS vacaciones.

Quiero hacer una mención especial del Airbnb en el que nos quedamos, se llama Zuria. El apartamento es precioso, tiene 2 habitaciones, está totalmente remodelado y estaba impecable cuando llegamos. Tiene de todo para la playa: neverita, sombrillas, toalla de playa para cada uno. ¡De verdad muy recomendado!

Está muy bien ubicado, queda en un pueblito pequeño y muy tranquilo que se llama El pozo de los frailes que queda muy cerca de muchas playas maravillosas y tiene carreteras para recorrer todo el parque y ver los paisajes. Aquí es importante decir que para este viaje es ideal tener un carro alquilado que se puede sacar del aeropuerto de Almería y devolver ahí mismo, eso le da a uno mucha libertad porque hay tantas calas y playas para descubrir que casi que se puede ir a una por la mañana y a otra por la tarde todos los días.

En El pozo de los frailes hay además, 2 lugares que me encantaron: uno fue el Bartreze sur que queda en un lugar hermoso en donde venden tapas deliciosas, almuerzos y que tiene una tiendita en donde venden muchas bellezas locales tejidas con el omnipresente esparto y otras curiosidades de la región.

Y el otro lugar es un restaurante absolutamente DELICIOSO que se llama La Gallineta en donde comimos en un patio con un jardín increíble el último día y que hizo que dejar este lugar fuera aún más doloroso.

Antes de empezar con la lista de playas soñadas que visitamos quiero hacer una recomendación y es todos los días verificar las historias de Instagram de la cuenta @guiadelcabodegata en donde comparten el estado del viento en las playas del parque. Esto es importante porque cuando el viento está alto hay más olas, la arena vuela a todas partes y no hay sombrilla que aguante, así que la idea es buscar siempre las playas en donde el viento sea menor.

La primera playa que visitamos fue Playa de Barronal una playa de arena finísima muy bonita. La playa queda más o menos a 10 minutos caminando por entre las montañas de la Sierra de Cabo de Gata por un camino muy fácil y es una playa nudista (no todo el mundo tiene que estar desnudo) porque está más escondida.

Después de pasar un rato la playa de Barronal pasamos al otro lado de la Duna de Mónsul a la Playa de Mónsul en donde caminamos pasando por varias calas que solo tienen acceso cuando la marea está bajita.
Cada una tenía una pared de piedra más linda que la anterior y con la luz del atardecer yo solo pensaba en la delicia que sería poder tomar fotos para una campaña de vestidos de baño en este lugar porque de verdad que la luz y el paisaje son únicos.

Al día siguiente fuimos a conocer la Playa de Los Escullos y la Cala del embarcadero, dos playas que tienen unas dunas pétreas de arena que parece calcificada y que crea unas formaciones muy bonitas que parecen corales. Me encantaría volver a este lugar algún día con un geólogo que me explique cosas de la cantidad de rocas, piedras y riscos que se encuentra uno caminando por aquí.
En la Cala del embarcadero hay uno de los muchos fuertes que se encuentran en el parque, servían como defensa de los piratas moriscos que venían de Africa y que entraban a España por estas playas del sur.

A la hora del almuerzo pasamos por el pueblo de la Isleta del Moro a ver si había mesa en un restaurante que se llama La Ola en donde Ric, mi hermano, ya había comido delicioso, pero estaba lleno, igual se los dejo por aquí por si van por allá y tienen más suerte.
La parada en todo caso no fue en vano porque al lado de la playa del pueblo hay una montañita que uno sube y tiene una de esas vistas hermosas sobre las miles de calitas escondidas del parque de Cabo de Gata.

Otro de esos miradores increíbles que queda a todo el borde de la carretera es el Mirador de las Amatistas que tiene esta vista preciosa:

Ya con hambre después de tanta playa y caminar llegamos a Rodalquilar un pueblo que fue muy conocido en el siglo XIX por la mina de oro que había allí y que todavía se puede ver en las montañas que rodean lo rodean.
El pueblo es súper tranquilo y allá almorzamos en un lugar que recomiendo mucho que se llama El Cinto, no sabe uno que es mejor: el salmorejo, las gambas, los arroces o la conversación con Lola, la dueña que es una descarga de energía andaluza de las mejores. (Bueno no, el salmorejo es de campeonato, por favor si van, ¡no se lo pierdan!).

Seguimos recorriendo el parque y pasamos por el Faro de Cabo de gata que tiene una vista hermosa. Finalmente, la siesta después del banquete (le hacíamos siesta a cada comida en una playa distinta, por eso les digo que este viaje fue como ir al paraíso) fue en la playa de la Fabriquilla, una playa que queda entre el pueblo de Cabo de Gata y el pueblo de la Almadraba de Monteleva que es en donde quedan las salineras y se pueden ver flamingos que llegan a alimentarse de los crustáceos que viven en la sal y que les dan su color característico.

La Fabriquilla es la parte final de la playa del pueblo de Cabo de gata que es larguísima y que tiene el parqueadero al lado de la carretera y el mar es ahí mismo. Al llegar a la playa de Cabo de Gata se avanza casi hasta el final y se parquea en el último parqueadero porque es donde hay menos gente ya que como el mar es como una piscina de tranquilo, hay más gente que en las otras pero es un lugar delicioso para descansar.

Con esto me despido por hoy, todavía falta la mitad del viaje: más playas, más arroces con mariscos de esos para chuparse los dedos y dos lugares que no son playa y que son espectaculares.

Un comentario sobre “CABO DE GATA PARTE 1: EL DESIERTO, LAS ROCAS Y EL MEDITERRÁNEO TURQUESA

  1. Pingback: CABO DE GATA PARTE 2: DE LA ORILLA DEL AGUA AL FONDO DE LA TIERRA – HISTORIAS DE VIAJES

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s