SCROLL DOWN FOR ENGLISH
Me tomo el trabajo de escribir esta publicación porque no quiero que a nadie más le pase lo que me pasó a mi.
Acabo de volver de una residencia de «bordado mexicano» en Arquetopia en Oaxaca. El resumen corto de la experiencia es: NO VAYAN!
Me pasé casi un año planeando y soñando con este tiempo que iba a dedicar a aprender técnicas de bordado mexicano en Oaxaca, y por lo menos la parte de la residencia fue una desilusión absoluta (del resto del viaje a Oaxaca que fue un sueño se vienen 3 publicaciones llenas de color y felicidad)
El lugar de la residencia es en un pueblo a 40 minutos de Oaxaca de Juárez, el pueblo no tiene absolutamente nada para hacer, los fines de semana eran deprimentes y salíamos a caminar sin rumbo solo para estirar las piernas.
El lugar es francamente feo, los cuartos son oscuros, muy escuetos y con poca atención al detalle. Es increíble que estando en una de las capitales textiles de América latina todo sea feo, oscuro y genérico. Es un lugar que supuestamente está diseñado para alojar creativos y artistas y el espacio es todo menos inspirador.
Me sentía como viviendo en un convento, los muebles parecían como cuando uno se va a vivir solo por primera vez y hereda todas las cosas que nadie en la familia quiere.
El estudio era un lugar precario: mesas de plástico plegables forradas en cartulina, sillas de madera casi sin espaldar, y la luz son 3 lámparas de neón (la peor luz para cualquier cosa pero especialmente para bordar). Los materiales estaban dañados: las tijeras de tela no cortaban, los bisturíes tenían las cuchillas oxidadas, la pega estaba seca. Y en las noches teníamos que cubrir nuestros trabajos con plástico porque había goteras en el techo y murciélagos o ratones que hacían que encontráramos las cosas con popó en la mañana.
Las reglas son estrictas y sin sentido, me sentí como si estuviera de vuelta en el colegio católico en el que estudié. Solo se puede comer o tomar en el comedor, reglas de COVID que para septiembre de 2022 están totalmente comprobado que no sirven, como fumigarnos con desinfectante de pies a cabeza (aleatoriamente, a veces si y a veces no), obligarnos a bañarnos y a poner nuestra ropa en una bolsa de plástico al llegar por primera vez después de que ya nos habían obligado a hacernos una prueba PCR. La chica dulce que nos hacía la comida más deliciosa y que limpiaba la casa estaba obligada a mandar cada día foto de lo que nos cocinaba y del piso trapeado, a quién? a una presencia que se sentía como el Gran hermano. Todo esto hacía que el ambiente fuera represivo y poco amigable.
La residencia debería llamarse «bordado básico», a pesar de que la profesora es una maestra bordadora con un trabajo increíble. La monitoreaban constantemente para que solo nos enseñara a hacer puntadas en un muestrario de puntadas (algo que uno siempre hace cuando está aprendiendo a bordar por primera vez), todos los días que teníamos clase llegaban empleadas de Arquetopia a anotar qué puntadas nos habían enseñado y a tomar fotos para mandárselas supongo que al mismo Gran hermano.
No nos enseñaron técnicas de bordado mexicano sino hasta la última semana en que llevamos patrones de bordado Tenango y le pedimos a la profesora que nos mostrara cómo hacerlo, pero si nosotros no hubiéramos tenido la iniciativa, lo único que hubiéramos aprendido habrían sido puntadas que podríamos haber buscado en Youtube.
Parece que el «riguroso proceso de selección» que hacen no sirve para nada porque uno asumiría que para hacer una residencia de bordado las personas ya deberían saber bordar y no hay que enseñarles puntadas básicas desde cero. (En mi caso éramos dos residentes que ya llevábamos varios años bordando).
Teníamos programada cada semana una salida a algún lugar interesante, pero se notaba que las personas que nos llevaban lo hacían solo por cumplir. En una de las salidas nos llevaron al CASA (centro de las artes de San Agustín, un museo hermoso) que ya estaba cerrado y no pudimos entrar. Solo había una exposición abierta y mientras yo leía la explicación de la expo, tenía a una de las empleadas de Arquetopia al lado afanándome para que nos fuéramos.
Otra de las salidas fue al pueblo de Teotitlán del Valle, a aprender sobre tintes naturales y tejido en telar, visitamos un taller de una familia en donde nos mostraron cómo hacen todo, y cuando terminamos dije que me iba a dar una vuelta por el pueblo porque aún nos quedaban 2 horas programadas de la salida y la misma empleada de Arquetopia me dijo que no podía salir porque ya nos íbamos a devolver, yo le dije que no, y que me iba a ir a dar una vuelta porque ya francamente me estaban llenando la taza con sus normas y rigidez.
Cuando una de las habitaciones quedó libre que si tenía una ventana (la mía tenía una ventana que daba al estudio entonces no entraba luz) pedí que si me podían cambiar a lo que me dijeron que no porque venía alguien más y nunca llegó nadie, es decir, me dijeron mentiras y la habitación permaneció vacía durante las dos semanas siguientes.
Por favor no caigan en esta trampa, todo es rigidez y estructura, el lugar es feo y poco inspirador y muy poco propicio para crear.
Si quieren hacer una residencia textil en Oaxaca consideren otros lugares como Texere en El Tule o Pocoapoco.
ENGLISH
This is the first time I write in English on this blog, but I feel this is important because I don’t want anyone else to go through the disappointment that I went through.
I just got back from a «Mexican embroidery» residency program at Arquetopia, Oaxaca. The bottom line is: Don’t do it!
I planned and dreamed about this for almost a year and it was awful.
The place of the residency is located in a town with absolutely nothing to do, we would get so depressed in the weekends. The town is 40 minutes away from Oaxaca de Juarez, and the residency space is ugly to say the least, rooms are dark and very austere (I felt like I was living in a convent). In one of the textile capitals of Latinamerica, in a space that’s supposed to be designed for artists and creatives, the furniture, and decoration was tacky and generic, it almost felt like the apartment of someone who just started living by themselves and inherited all the old furniture that no one in the family wants anymore. Such a depressing place to be, especially knowing that vibrant Oaxaca de Juarez is so close by.
The studio space is also precarious, the lighting is 3 neon lamps (worst light in the world especially for embroidery), plastic folding tables covered in paper, and a wooden chair with almost no backrest. The studio has leaks in the roof so we had to cover our works with plastic at night, also because there seemed to be either mice or bats in the ceiling and our tables were covered in animal poop in the morning.
Materials were rusty or dried.
Rules are strict and made me feel like I was back in catholic school, no eating or drinking anywhere in the house but the dinning room, outdated COVID regulations like spraying all our bodies and faces when we got back (randomly, sometimes they did and sometimes they didn’t) and making us shower when we first got there and putting our clothes in a plastic bag (they had already demanded a PCR test and this was September 2022), the lady who cooked our food and cleaned the space had to take pictures of the food everyday and send them to…who knows, big brother?, also had to send pictures of the mopped floors. The environment was repressive and unfriendly.
The residency should be called BASIC EMBROIDERY, all they taught us was how to do a stitch sampler, the teacher is a very accomplished traditional embroiderer but every time employees from Arquetopia were asking her to tell them exactly which stitches we’ve learned that day and taking pictures of them also for big brother.
When I asked the teacher when we were going to learn how to actually use the stitches in Mexican embroidery she said she had to teach us the stitches and nothing else (which we already knew most of them or could look them up on Youtube). They make a selection process that apparently is for nothing, one would assume that going to an embroidery residency implies that you already know how to embroider. All we learned were basic stitches.
There are outings each week and the staff seemed bored and just going through the motions to take us, one time the place we were visiting (CASA Centro de las artes de San Agustín a beautiful museum) was already closed, and the other time we went to Teotitlán del Valle to learn about natural dyes and weaving, the staff wasn’t going to let us walk around and see the town because they couldn’t wait to go back to Arquetopia even though we had 2 additional hours scheduled for this outing, I had to reason with them so they would allow us (I’m 41 years old) to walk around town for an extra 30 minutes.
My room had a window to the studio so there was barely any light coming in, so when one of the rooms with a window was left free I asked for a change of room to which they replied that the room was going to another resident that was coming in a week, the resident never came and they lied to my face when I asked them about it, saying they didn’t know what had happened. The room remained empty for the next 2 weeks I was there.
Everything is scheduled, rigid, no room for creativity of any kind, this place is awful, so please don’t waste your money, time and energy on this scam. Consider visiting Texere at El Tule or Pocoapoco for artist residencies in the Oaxaca area.
Pingback: OAXACA DE JUÁREZ: LA CAPITAL DE LOS COLORES – HISTORIAS DE VIAJES
Anónimo
Thank you for your review. You hit a few points that would be important to me. Would you mind sharing on what your peers think of their experience?
Valeria Duque
There was only one peer and she agreed with everything I wrote here.