Como hace unos días nos fuimos de caminada a conocer el páramo de Belmira, quedamos con ganas de ver más de estos ecosistemas exclusivos de la zona ecuatorial (si quieren leer más sobre los páramos y su importancia como generadores de agua pueden visitar la publicación anterior), así que aprovechamos un viaje a Bogotá para hacer una visita al Parque Nacional Natural Chingaza, específicamente para caminar el sendero de las Lagunas de Siecha. El parque tiene varias entradas, nosotros entramos por la de Guasca, es más o menos a 2:20 de Bogotá, no tanto por distancia sino porque la carretera sin pavimentar es de andar lento porque no está en buen estado. Aún así fuimos en un carro pequeño (Kia Picanto) y logramos llegar hasta 1 km antes del inicio del sendero.
Lo primero que hay que hacer para poderlo visitar es hacer una reserva que puede ser online en la página del parque o por teléfono. Nosotros la hicimos online por correo electrónico y funciona muy bien, te mandan un correo de confirmación con los datos de una cuenta en la que se debe consignar el valor de entrada al parque (19.000 COP por persona que son como 6 dólares). Los senderos tienen cargas máximas por día, dependiendo de la temporada dejan entrar más o menos personas, en temporada de lluvias como abril sólo dejan entrar 40 personas al sendero de las lagunas de Siecha, por eso es necesario reservar y con anticipación. También se debe comprar un seguro que cuesta 3.000 COP (1 dólar) que nosotros lo compramos a la entrada del parque porque era fin de semana pero normalmente se debe comprar con anticipación, y en la página del parque están los datos de las entidades que lo venden.
En la página del parque están descritos todos los senderos, nosotros elegimos hacer este porque era de duración intermedia (3:30 horas de caminada, unos 6 kms más o menos) y no teníamos mucho tiempo y nos habían dicho que era muy lindo por las lagunas y la cantidad de frailejones que se ven. Nos enteramos, al llegar al parque, que el sendero de la Laguna de Chingaza que es corto, tiene menos diversidad de flora pero que casi con seguridad se ven venados pequeños y si uno tiene mucha muchísima suerte, ve los maravillosos osos de anteojos. Así que ese sendero quedó pendiente para otro viaje.
Así que como contaba arriba, faltando 1 km para llegar a la entrada del sendero, decidimos dejar el carro porque la carretera se puso complicada.
Igual, la caminada de ese primer kilómetro es linda entre boosques de pinos y algunos bosques de arbustos con plantas muy bonitas.
Al llegar a la entrada del parque compramos el seguro y un guardaparques nos dio una charla en la que nos indicó cómo era el sendero y las precauciones y cuidados que hay que tener como no dejar basuras, no pisar las plantas, no salirse del sendero, etc…
Hay que advertir que en la época que nosotros fuimos (abril) no para de llover. Desde que llegamos hasta que nos fuimos estuvimos debajo de una lluviecita no muy fuerte, y hay mucha neblina por lo que se pierde mucho de la vista desde el mirador, PERO creo que es hermoso ver el ecosistema en medio de la niebla, y es una caminada tan fácil que creo que volvería en tiempo de menos lluvias para ver las laguna bajo el cielo azul.
El sendero empieza con una subida pequeña, con un sendero escalonado de piedras muy bien montado, hay un punto en el que se ve una laguna pequeña y hay que desviarse a la izquierda, pero por la neblina nunca vimos la laguna así que terminamos haciendo el recorrido ¡al revés! que la verdad, no estuvo nada mal porque nos tocó una subida más suave.
Después de una pequeña subida llegamos a una parte plana en donde el sendero es más estrecho y pantanoso, en algunas partes tanto que pusieron caminos en madera, pero el paisaje es ¡espectacular! cientos de frailejones altísimos de hasta 5 metros y la segunda laguna perdida entre la niebla.
Al llegar a la segunda laguna empezamos la subida hacia el mirador, que es la subida más empinada, pero muy corta. Como la altura afecta (se sube hasta 3600 metros de altura sobre el nivel del mar) es mejor hacerla despacio para no irse a marear.
Durante la subida se ve la segunda laguna y al llegar a la cima al mirador se ven varios municipios y la tercera laguna. Nosotros desafortunadamente solo vimos la segunda porque el paisaje estaba lleno de neblina, pero repito que ver el horizonte lleno de frailejones difuminándose en la niebla tiene encanto y mucho. Sobre todo porque va con la banda sonora de viento soplando, mucho silencio y las gotitas de lluvia que golpean en la capucha del impermeable.
En este punto el viento azota y hace mucho frío, recomiendo llevar guantes porque si son como yo que toman fotos de todo, las manos se empiezan a insensibilizar y a doler.
Después del mirador sigue una bajada de 45 minutos muy linda por un bosque lleno de arbustos, el sendero es relativamente fácil pero si es empinado así que hay que hacerlo con calma. Esta parte es la que, si hubiéramos hecho el sendero como nos dijo el guía, se hace subiendo hasta llegar al mirador, pero como lo hicimos al revés, nos tocó en bajada, que personalmente me pareció más fácil.
Con esto me termino con esta historia de páramos, un paisaje del que cada vez me enamoro más, así que no se extrañen si ven más de estas caminadas por aquí.
Como siempre, todas las sugerencias y tips de viaje son bienvenidos, espero que les haya servido el artículo para planear su viaje.