Cuando planeamos el viaje decidimos que llegaríamos a Cusco en la tarde y nos quedaríamos un día en la ciudad conociendo y aprovechando para aclimatarnos a la altura de 3400 msnm.
Cusco es una ciudad sorprendentemente grande (400.000 habitantes) pero el centro histórico que es lo más bonito es fácil de recorrer a pie.
Nosotros nos quedamos en un hotel muy bien ubicado que se llama Casa Birú tomamos para los 4 una habitación que se llama la suite junior familiar que es muy cómoda para 4 personas, con 2 pisos y 2 camas grandotas, calentita y muy silenciosa. El desayuno es en un restaurante a la vuelta de la esquina y es muy generoso y sabroso.
Algunas cosas que hicimos en nuestra estadía en Cusco fueron:
Comer en Yaku: Un restaurante de comida peruana muy delicioso con una vista muy linda sobre la plaza de armas de la ciudad. Muy recomendado, nos encantó.
Visitar la Basílica del Cusco: hay que pagar pero vale la pena, es una iglesia que en realidad tiene 3 iglesias dentro, todas de épocas distintas con muchas particularidades como una estatua de la virgen embarazada, un cuadro de la última cena en el que los apóstoles y Jesús comparten un cui (conejillo de indias) asado, y otros santos con muchos colores que me dio mucha lástima no poder fotografiar porque no se permite tomar fotos. La basílica queda en la Plaza de armas que también es un lugar precioso que se debe visitar tanto en el día como en la noche.
Visitar el Centro del textil tradicional del Cusco (CTTC) un pequeño museo que apoya a las tejedoras locales y busca conservar las tradiciones textiles de la zona que son muchas y muy variadas. La entrada al museo es gratis y tienen una tienda muy linda de objetos a muy buen precio. Si tienen suerte pueden ver a las tejedoras haciendo trabajos en vivo que es muy interesante.
Caminar por el barrio San Blas: la parte alta del centro histórico, es un barrio lleno de callecitas angostas y de tiendas bonitas con objetos de lana de alpaca y reinterpretaciones modernas de los objetos tradicionales del área, las favoritas fueron:
Isa luna
Altiplano collective
Aula artesana
Mestiza
L’atelier: que además tiene un balconcito con un café muy coqueto.
Caminar por Koricancha el antiguo templo del dios sol de los Incas al que la iglesia católica le sembró encima un monasterio, es bonito para ver desde afuera, el museo no vale mucho la pena.
Ver el atardecer en Limbus: la comida está bien, no es particularmente buena pero la vista es incomparable. Es una subida considerable, sobre todo porque a 3400 msnm el oxígeno escasea, pero si se hace despacio vale mucho la pena.
Comer en Incanto: un restaurante italiano delicioso, es recomendable reservar si van a ir por la noche, o estar preparados para esperar un rato con una copita de vino en la barra.
Visitar el Museo del Chocolate es chiquito pero vale la pena entrar, tomarse un chocolate caliente con chile en el balcón que mira sobre una placita preciosa y ver el proceso de producción.
Caminar la ciudad en la noche: las tiendas están abiertas hasta tarde y la plaza de armas se ve preciosa con la iluminación nocturna, las callecitas de adoquines tienen su encanto al brillo de la luz artificial.
En general la recomendación es caminar y caminar, se encuentra uno con mujeres con trajes tradicionales con alpacas que piden dinero a cambio de tomarse fotos con la gente, con procesiones con santos acompañados de cerditos salvajes, fuegos artificiales y bandas de guerra, con turistas ensorochados y pálidos, con almacenes de todo tipo de objetos de lana de alpaca (originales y no originales), vendedores de helado, perritos callejeros y muchas otras cosas que con el fondo de esta ciudad y su cielo hiperazul parecen postales.
Cusco es una ciudad de amores y de odios, yo he oído personas que dicen que es horrible, por la altura, porque todo el mundo busca aprovecharse de los turistas, porque todo es costoso; personalmente a mi me encantó, si, la altura pega duro, si, la gente busca todo el tiempo sacarte dinero pero esto me parece que es sensato considerando que es un lugar con pocas oportunidades como muchos de los países de Latinoamérica, al menos el turismo es una excusa para la conservación. Yo volvería porque me faltaron algunas cosas de los alrededores por conocer (la laguna Humantay y Palcoyo que es la versión menos conocida de la famosa Vinicuna o montaña de los 7 colores) y porque el centro histórico me pareció un lugar encantador.
En la siguiente publicación hablaré de los 3 días que pasamos explorando el Valle Sagrado y Machupicchu.