3 Semanas en Perú: Puno y el Lago Titicaca

La ciudad de Puno no tiene mucho para conocer, el centro tiene una Plaza de Armas con una iglesia bonita y no hay mucho más, por esta razón recomiendo tomar un hotel en las afueras en el que se pueda disfrutar de vista al lago y paisajes porque la ciudad honestamente no es muy atractiva.

Nosotros nos quedamos en El Libertador que es un hotel clásico, solía ser una prisión, pero ahora todos sus cuartos tienen vista al lago, lo que da la oportunidad de ver unos amaneceres increíbles, a lo lejos se ven las islas de los Uros y el horizonte sin fin del lago que parece un mar.

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El desayuno es delicioso y el hotel cuenta con una zona húmeda buena para relajarse después de caminar.

Un contra del hotel es que la comida es muy costosa, y las opciones de comer en Puno no pintaban muy bien así que terminamos comiendo muy parecido en el bar del hotel todos los días.

UROS

Lo único que no contratamos con anticipación fue el tour a las islas del Lago Titicaca, así que cuando llegamos al hotel lo pedimos en la recepción, pagamos y nos echamos a la suerte.

Nos recogieron a las 8 de la mañana para ir al puerto de Puno en donde abordamos un catamarán que nos llevó más o menos a 30 personas a las Islas de Uros que son la comunidad indígena Aymara que vive sobre las islas de totora, un tipo de bejuco con el que construyen no solo las islas sobre las que viven, sino también sus casas y sus botes.

A cada bote con turistas le asignan una islita en donde viven más o menos 5 familias, al llegar a la isla nos sentaron en un círculo y la presidenta de la isla nos explicó cómo construyen las islas, sus casas y cómo es su vida cotidiana.

Después de esto hay un rato para caminar por la isla que es muy pequeña, ellos aprovechan para vender artesanías, y por 10 soles adicionales a lo que ya uno pagó en el tour lo montan en una de las barquitas típicas para llevarlo a otra isla en donde hay otro mercado (que no vale mucho la pena) y allí nos recoge el catamarán.

Esta experiencia me generó sentimientos encontrados. Por un lado creo que el turismo es la única forma que tiene una comunidad como esta de sobrevivir en el mundo moderno, de conservar algo de sus tradiciones y técnicas ancestrales y poder vivir dignamente. No condeno ni que cobren por entrar, o por montar en sus botes, o por explicarnos sus costumbres y sus usos, eso me parece perfectamente válido y justo.

Lo que me molestó más que todo fue LA FORMA: en un punto ponen a las mujeres a cantar en Quechua (que no es su lengua), en Aymara y en español “vamos a la playa oh oh oh”, algo que me pareció un poco ridículo, innecesario e irrespetuoso.
El discurso de sus vidas en las islas es aprendido de memoria, recitado en Aymara y traducido con chistecitos flojos al español por el guía.
Este momento se podría utilizar de una manera más constructiva para poder interactuar, hacer preguntas (todos hablaban español) y en lugar de tanto show, dar la oportunidad de que los turistas tengamos una visión más a fondo de la verdadera vida de esta cultura.

Algo bueno de esta experiencia es que conocimos a «Waliki» (o así la pusimos porque para saludarse en Aymara los Uros dicen «kamisaraki» y el otro responde «waliki» que es como «¿cómo estás?» y «muy bien gracias») una gatica preciosa que no se nos despegó y que nos queríamos llevar para Colombia con nosotros.

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Creo que se puede hacer algo más constructivo y menos Disney y sobre todo más respetuoso con la cultura y con los turistas a los que nos interesa algo más que tener una foto folclórica para poner en Instagram.

TAQUILE

Con un sinsabor raro tomamos rumbo a la Isla de Taquile que queda más o menos a 1:30 horas de las Islas de Uros, el trayecto es muy lindo porque el lago tiene unas aguas azules con tintes verdes que se parecen al mar Mediterráneo.

Al llegar a Taquile iniciamos una caminada por un camino empinado que se debe hacer despacio y sin afanes porque no hay que olvidar que la altura aquí es de 3800 msnm, el Titicaca es el lago navegable más alto del mundo así que hay que cogerla suave.

La caminada es preciosa, la isla es muy bonita y los locales tienen unos trajes típicos espectaculares. La vista del lago alrededor con las superficies rocosas recuerda a paisajes del Mediterráneo como las islas griegas o Sicilia.

Después de 35 minutos caminando llegamos a nuestro lugar de almuerzo donde Marcelino, un habitante de la isla en donde comimos una sopa deliciosa acompañada de una trucha que también estaba muy rica. Conocimos a don Sigifredo, su suegro que nos contó que su hija es la que cocina todas estas delicias para los turistas.

Aquí el guía nos contó varias cosas interesantes de cómo la indumentaria de los isleños comunica cosas como su estado civil, o su disposición para el cortejo (que creo que algo así hubiera sido mucho más interesante en Uros que el show de las mujeres cantando y recitando).

Después del almuerzo seguimos caminando por paisajes muy lindos hasta llegar a la plaza principal del pueblo y descender hasta otro puerto en donde nos estaba esperando nuestro catamarán para llevarnos de vuelta a Puno.

Personalmente me gustó mucho más la experiencia de Taquile que la de Uros.
Uros es mucho más pintoresco y único, pero la sensación de que todo es un show aprendido para los turistas fue muy fuerte, y menos notoria en Taquile en donde la gente simplemente estaba viviendo su cotidianidad y nosotros los visitamos.

El día siguiente lo dejamos para descansar, desayunamos con calma en el buffet del hotel que era buenísimo y caminamos un rato alrededor de la Isla Estevez que es donde queda el hotel y tiene un sendero pequeño como de media hora que le da la vuelta. Esta caminada tiene una vista hermosa sobre el lago, pero, lo más importante, también viene acompañada de una manada de alpacas de todos los colores, tamaños y grados de «peludez». Las alpacas andan libres por ahí viéndose como postales en la vida real frente al fondo del lago Titicaca. Una oportunidad perfecta para hacer ¡unas fotos brutales! o juzguen ustedes mismos a continuación:

Al mediodía nos recogió un conductor muy bueno que conocimos y que recomiendo a ojos cerrados: se llama Guido y su número es (+51)976969647. Guido nos llevó del hotel al aeropuerto de Juliaca que queda más o menos a 1:10 horas y de ahí tomamos un vuelo hacia Lima.

En general si pudiera volver a elegir sabiendo lo que se ya del Lago Titicaca creo que hubiera tomado el tren de PeruRail a Arequipa (que también tiene el mismo formato de tren antiguo) y me hubiera saltado lo de Puno y el Titicaca.
He oído y visto cosas muy buenas de Arequipa y el Cañón del Colca, así que si están indecisos entre los 2 y les choca lo demasiado turístico e impostado, recomiendo tomar la opción de Arequipa.
Ahora, esto no quiere decir que el lago no sea precioso, que los amaneceres no sean un espectáculo y que nos hayamos ido aburridos, es simplemente que si pudiéramos volver a elegir, nos iríamos por el otro camino, eso sí, en tren.

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