Este año me estoy desquitando de todo lo que no viajé durante los dos años de pandemia, y tengo tan buena suerte, que el trabajo con una empresa de viajes que quiero mucho, El Camino travel, me llevó a conocer Africa en un viaje de 8 días a Marruecos.
El Camino es una empresa fundada por una gran amiga colombo-americana que organiza viajes para grupos pequeños (máximo 15 personas) y la idea es visitar los lugares sin hacer necesariamente todo lo turístico sino teniendo experiencias curadas por locales y casi siempre enfocadas al diseño y el arte.
La búsqueda es que sus viajes sean una inmersión cultural en la que se pueda ir un poco más allá de solo ver el país y entender un poco más cómo es habitarlo.
Una de sus premisas es que los viajeros estén presentes en el momento y por eso siempre llevan un fotógrafo para capturar todo lo que está pasando, y en esta ocasión, la afortunada fotógrafa fui yo.
Como siempre, empiezo con un par de recomendaciones para antes de viajar:
- Marruecos es un país mayormente musulmán, y si está bien no estar de acuerdo con muchas de las posturas de la religión con respecto a las mujeres, también es cierto que es muy importante siempre al viajar respetar las costumbres y culturas los lugares que uno visita. Y en este caso como mujer creo que es mejor usar ropa fresca pero que cubra las piernas y los hombros, sobre todo en los lugares más rurales en donde las personas son más religiosas y tradicionales. No creo que si salen con shorts y camiseta sin mangas les vaya a pasar algo, pero si siento que se van a ahorrar miradas y sensaciones incómodas porque lo vi con otras mujeres en el bazar de Marrakech y en Essaouira.
Yo lo que hice fue empacar varios monos sin mangas y me ponía una camisa de botones para cubrir los hombros, que me quitaba dentro de los restaurantes o en el hotel, o, vestidos largos sin mangas y me envolvía los hombros con un chal (que además lo pueden comprar allá porque hay miles y todos hermosos). Si, es pesado uno tenerse que estar tapando, sobre todo en temperaturas de 40 grados, pero si uno es inteligente con la elección de las telas lo puede llevar sin problema, se los digo yo que sufro de calor extremo.
- El clima es CALIENTE, sobre todo entre junio y septiembre, pero es un calor seco, de desierto, que a mi me parece menos abrumador que el calor húmedo que hace en la costa colombiana. En la noche hay brisas deliciosas, pero también muy secas, por eso es importante tener una buena crema hidratante para el cuerpo, hidratante para labios y no puede faltar algo para hidratar la nariz por dentro porque como me pasó en Perú tuve varios episodios en los que se me vino la sangre por la nariz por la resequedad. Yo recomiendo usar Fitostimoline gel o el Resq ointment de Burt’s bees.
- Caminar por el bazar infinito de la medina de Marrakech es fascinante y a veces abrumador, por eso es importante tener zapatos cómodos para, pueden ser sandalias para estar más frescos o tennis. Y, muy importante no engancharse con todas las personas que te hablan o te sonríen, ni siquiera con los niños porque te van a perseguir y va a ser muy difícil quitárselos de encima sin darles plata. Si son mujeres, eviten sonreírle e interactuar con la gente que les dice cosas, simplemente sigan de frente o digan “no, gracias” (la, choukran).
- Tener cuidado con los carteristas en la medina, las calles son estrechas y es la oportunidad perfecta para que te saquen algo, así que: estar atento. ¡Sin paranoia! yo vengo de Latinoamérica, no es nada diferente a caminar por el centro de Medellín, pero vale la pena mencionarlo.
- Llevar un sombrero o gorra para cubrirse porque ¡es el desierto! Y el sol es fuerte y en verano dura hasta las 8 ó 9 pm.
- Como en todos los países árabes, la cultura del regateo es omnipresente. Tengo que confesar que esto a mi me pareció muy fuerte porque odio que me pidan descuentos y por eso mismo nunca pido descuento a nadie. La recomendación es pedir un poco menos de la mitad de lo que te están pidiendo y de ahí ir negociando hasta llegar a un precio un poco más arriba de la mitad. Yo fracasé estrepitosamente en este proceso porque me sentía muy incómoda y de alguna forma sentía que siempre se querían aprovechar de mi. Se que es algo cultural, se que es normal en los países árabes, pero para mí fue muy abrumador…
- Google maps funciona perfectamente para ubicarse dentro de las callecitas de la medina, compren una tarjeta de datos en el aeropuerto cuando lleguen, sirve mucho para traducir y ubicarse, yo compré una se la empresa Inwi y me funcionó perfecto. Con 10 euros tuve de sobra para 8 días.
- El idioma oficial es el árabe pero la mayoría de las personas hablan francés.
- La moneda el es Dirham pero las tarjetas de crédito funcionan sin problema en las ciudades principales, así que si van a cambiar efectivo en el aeropuerto y les dicen que compren una tarjeta local de dinero porque les clonan las tarjetas, no hagan caso, es solo una forma más de sacarle plata al turista. También cambien en el aeropuerto lo necesario para el taxi y el primer día y busquen una de las casas de cambio en la plaza central de la medina que les va a dar una mejor tasa.
Nuestro viaje estaba principalmente basado en Marrakech, la idea con El Camino es conocer los lugares con calma y no andar con afanes solo por conocer superficialmente. Así que en lugar de contar el viaje cronológicamente les voy a dejar algunos datos:
Nos hospedamos en dos lugares diferentes todos de los mismos dueños que recomiendo a ojos cerrados que son Marrakech riads. Las riads son las casas tradicionales de los países árabes. Se caracterizan porque no tienen ventanas que dan al exterior, sino que tienen patios centrales y todas las habitaciones tienen puertas y ventanas que dan hacia los patios que generalmente tienen una fuente de agua.
Las puertas de las habitaciones permanecen abiertas para mantenerlas frescas y son cubiertas por telas livianas para que las mujeres puedan estar descubiertas (que es también la razón por la que no tienen ventanas que dan al exterior).
Nuestros hoteles eran varias riads de la medina de Marrakech unidas por dentro, por eso en las fotos van a ver varios colores y varios patios, y todas tenían una terraza en donde nos servían un desayuno tradicional delicioso de huevos, fruta, y los tradicionales pancakes marroquís que se llaman msemen.















Lo más interesante es la llegada porque como la medina es peatonal, uno se baja del taxi en una calle bulliciosa y lo esperan con una carreta en la que montan el equipaje y caminando por callejones retorcidos y diminutos se llega a puertas escondidas que cuando se abren llevan a este paraíso de silencio y pajaritos en medio del caos del centro de la ciudad y el bazar.








Las ciudades musulmanas se construyen a partir de la medina que es el centro de la ciudad y se compone por un laberinto de callecitas. En la medina se encuentra la mezquita aljama o mezquita mayor donde los fieles se reúnen los viernes, y cerca de la mezquita generalmente hay un hammán o baño público.
Es también el lugar en el que está el mercado público que también se puede llamar bazar o zoco.
En el caso de Marrakech, la medina es amurallada y en su interior se puede encontrar de todo. Como es una ciudad tan turística, hay muchas cosas típicas y miles de souvenirs hechos en China, ¿cómo saber la diferencia? ¡No tengo ni idea! En nuestro caso, nuestro maravilloso guía Radouane, estaba listo para indicarnos.












Caminar por el bazar es un deleite visual: los textiles, las lámparas, las especias, las artesanías, todo, todo es interesante. Una explosión de color y de sensaciones. El ruido, la luz que se cuela por los techos calados de madera, los olores, las motos que pasan rosándole a uno el codo, los idiomas, y la velocidad.































Todo vale la pena verlo, oírlo, probarlo y experimentarlo. Y si hablan francés aprovechen para conversar un poco con las personas a las que les van a comprar cosas, generalmente te invitan a un delicioso té de menta tradicional y es muy interesante hablar con ellos y que te cuenten de su arte, no les de miedo hacer preguntas, la gente es muy amable y le gusta conversar con las personas. Yo no hablo francés, pero algunos hablaban inglés y otros, español.















Una experiencia muy linda es visitar alguna de las farmacias tradicionales, en donde te explican todo tipo de usos para las especias, el aceite de argán, aceites esenciales, etc.. Nosotros visitamos varias pero mi favorita fue Koutoubia Herbal.








En la medina hay muy buenos restaurantes para almorzar y comer, tanto si quieren comida típica marroquí como tagine y couscous, como si quieren algo más liviano y están cansados de las especias. Aquí les dejo algunos de los que visitamos:
Le Jardin: Aquí todo es delicioso, pero quiero resaltar una ensalada de zanahorias rostizadas con queso y pistachos.
L’mida: El tagine de res vale mucho la pena. El hummus de coliflor es imperdible.
Cafe Atay: Aquí me comí el tagine de pollo con limones marroquís que más me gustó de todo el viaje.
La familie: Para descansar un poco del tagine, vale la pena ir a este jardincito en medio del caos de la medina y probar su ensalada y pizza. La tienda tiene una selección de cosas muy lindas también.
Kabana Marrakech: Este lugar es una terraza muy concurrida en la noche, más bar que restaurante si van los fines de semana (música duro y mucha gente), pero la comida es absolutamente deliciosa, el arroz negro es para chuparse los dedos y los raviolis de remolacha son exquisitos.
Bacha coffee: Este lugar es muy especial. Es un café precioso que queda dentro del Museé des confluences, antigua casa del gobernador en donde hay un museo. Uno puede entrar solo al café (hay que decir esto en la entrada para que no le cobren la boleta completa del museo) y caminar por el edificio que es una muestra espectacular de arquitectura islámica.
El café vive muy lleno así que vale la pena reservar, la comida es rica y para los que les gusta el café, tienen un menú con preparaciones de todo el mundo y de todos los tipos. Muy, muy recomendado ir, eso si, con reservación.
Plus 61: Es un restaurante de comida australiana que tiene opciones deliciosas para probar algo diferente y todo hecho en casa con todo el cuidado y el amor. El lugar es muy lindo y la comida es deliciosa también para darle un break al estómago. Queda por fuera de la medina, pero se puede ir caminando para ver otras partes de la ciudad, o tomar un taxi.
























Otro lugar para visitar y descansar del bullicio de la medina es Le jardín secret que es un palacio de los más antiguos de la medina de Marrakech (más de 400 años) que lo abrieron al público y se puede ir a un restaurante, a la tienda, a un espacio de exposiciones y, lo más lindo, a visitar su maravilloso jardín que es un oasis de silencio y tranquilidad. Vale la pena.






Para mi no podía faltar una visita al Museo de fotografía, un museo pequeño pero muy bonito, con fotografías que muestran cómo era Marruecos cuando los franceses llegaron y lo convirtieron en un protectorado. Es muy interesante ver cómo eran las ciudades, los bazares y los retratos de los y las beduinas con sus tatuajes en la cara y sus ropas negras y de colores que contrastan con el desierto.
Hay una recomendación que creo que no es para todo el mundo pero que a mí me encantó y es tener la experiencia de un Hammán tradicional, lo que en español llamaríamos genéricamente como un “baño turco”. Hay varios lugares para hacerlo, nosotros lo hicimos en Heritage o Hammam de la rose y tomamos el paquete que incluye hammán y masaje: el hammán es estar en la habitación caliente con vapor, pero adicionalmente te exfolian literalmente hasta el alma con jabón negro tradicional de argán, por esto digo que no es para todo el mundo, si eres una persona pudorosa o que no le gusta que la toquen, evita esta experiencia.
Yo estaba feliz, porque además de la exfoliada te hacen hidratación de todo el cuerpo con aceite de argán y rematamos con un masaje relajante de una hora con aceite de argán con esencia de azahar. Entre experiencia y experiencia te llevan a un cuarto precioso oscuro con aire acondicionado en donde te dan té de menta y galleticas. ¡Uno sale como si hubiera vuelto a nacer! Todo se demora más o menos 2 horas.
Tienen paquetes especiales para el jetlag que se pueden hacer el día de la llegada, yo lo hice al final del viaje porque estaba exhausta de estar pendiente de las fotos y corriendo para arriba y para abajo durante 8 días y fue el cierre perfecto para un viaje impecable.
Por fuera de la medina también hay muchas cosas interesantes para hacer, una de las más famosas es visitar el Museo de Yves Saint-Laurent, el edificio es precioso y para los que les interesa la moda, vale la pena entrar a ver las exposiciones. Además, recomiendo comprar el tiquete completo que incluye la visita a Le jardín majorelle que queda al lado y son unos jardines preciosos diseñados y cultivados por el artista francés Jacques Majorelle durante casi 40 años. Después lo compraron Yves Saint-Laurent y Pierre Bergé y lo restauraron. Adentro se puede visitar el Museo Bereber que es chiquito y vale mucho la pena. El tiquete completo incluye las 3 cosas.
Caminar por los alrededores del museo es otro recomendado para visitar las tiendas de diseño que hay y los restauranticos.





















Otra experiencia que merece sacarle el tiempo es el viaje de 1 hora al Desierto de Agafay en donde hay muchas opciones de campamentos para pasar la noche en carpas lujosas con comida y acomodaciones excelentes. Nosotros no fuimos a pasar la noche pero si fuimos a hacer un paseo en camello y a cenar en una carpa bajo las estrellas una comida tradicional deliciosa con música tradicional marroquí.
A mi personalmente los desiertos me producen una fascinación intensa, no se si es porque vengo del trópico en donde todo es verde y naturaleza como del período jurásico, pero los tonos tierra, los paisajes, el silencio, la naturaleza y todo lo de los desiertos me parece muy atractivo, y ni qué decir cuando se junta con los azules profundos de los textiles de los Tuareg para dar un contraste perfecto de colores complementarios.
























Con El Camino travel siempre hay una visita al estudio de algún artista y en este caso fuimos afortunados de visitar el estudio de la artista belga Laurence Leenaert que es la creadora detrás del estudio LRNCE.







Ella vive en Marruecos hace unos años y crea objetos únicos inspirados en la cultura y los colores del país, todo hecho con artesanos locales. Su trabajo me encantó y fue un privilegio conocerla a ella y a su esposo que es su mano derecha.





Otro plan que hicimos con El Camino fue ir a almorzar a un hotel en el lujoso barrio de La Palmeriae en donde están los palacios de la familia real y de las personas más poderosas.
El hotel es precioso y estuvimos conversando con los dueños que son un etnobotánico y una diseñadora de interiores que nos contaron cómo fue la restauración de lugar y la creación de los jardines y sus retos en medio de un desierto. Además, conocimos a Smoky su perro Aidi, una raza tradicional de los montes Atlas que se caracteriza por tener patas muy flexibles y peludas para caminar sobre la arena.







Con esto termino nuestro paso por Marrakech. Claramente es solo un pedacito de todo lo que hay para descubrir en la ciudad y como siempre, si han ido y hay cosas que visitaron y que faltan en esta publicación, déjenlas en los comentarios porque definitivamente a este lugar quisiera volver.
El viaje de Marruecos no se termina aquí, sigue otra publicación sobre una ciudad costera y la experiencia de dormir en un edificio construido en el siglo XVI.
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